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Castillo Negro
Los castillos y fuertes costeros se construían para defender la ciudad de los ataques de piratas o enemigos militares. El de San Juan, también llamado Castillo Negro, situado al lado del Auditorio de Tenerife es el mejor conservado. Se construyó en 1641.
Santa Cruz comerciaba con ricos cargamentos de azúcar, vino y otras mercancías, muy tentadoras para piratas y corsarios. Por eso el gobernador logró construir este castillo con donaciones de los comerciantes y navegantes que corrían el riesgo de ser saqueados.
Ya existía otro castillo, el de San Cristóbal, construido en 1575, en el mismo puerto de la ciudad. Pero ciertos acontecimientos políticos y militares exigieron crear una segunda fortaleza que custodiara la zona de costa baja, de desembarco fácil y por el sur: la zona donde hoy se levanta el Auditorio. Por eso se eligió ese lugar para construir el nuevo castillo.
Siete cañones apuntaban al mar y dos garitas controlaban el acceso por tierra. Aún pueden observarse esas garitas, aunque el castillo fue reconstruido varias veces por el efecto destructor del mar. También permanece en pie un polvorín del castillo del siglo XVIII conocido como Casa de la Pólvora.
La Pila
Ésta fue la primera fuente pública de Santa Cruz. Situada en el centro de la plaza desde 1706, a esta pila iban a buscar agua los santacruceros, quienes comenzaron a llamar el lugar Plaza de la Pila (hoy de la Candelaria).
Al no haber agua corriente en las casas, la pila era uno de los pocos lugares donde se podía obtener agua potable, que era traída por canales desde los montes más cercanos. En torno a ella se reunían las mujeres aguadoras, que recogían el agua en barriles de madera. Además, la pila tenía otras importantes funciones como proveer agua al aljibe del castillo así como canalizarla para el suministro de los barcos.
Se sabe que fue un regalo del Capitán General al puerto de la ciudad, y que fue hecha por un artesano de Gran Canaria en 1706. Pero la Pila tiene su misterio. Nadie sabe exactamente qué aspecto tenía. De la Pila original hoy solo se conserva la taza de la que salían los chorros.
En 1802 se rompió y fue recompuesta con piedra procedente de la cantera de Pedro Álvarez. Más tarde fue trasladada al Castillo de San Cristóbal, hasta caer en desuso. La pila fue almacenada en los depósitos del Ayuntamiento, y allí estuvo olvidada hasta que D. Anselmo J. Benítez pidió recuperarla y se la llevó a su villa privada. En 1986, fue recolocada en la plaza. Pero ubicándola algo más arriba, donde la podemos ver todavía hoy.
La Alameda
En 1787 Santa Cruz no tenía un paseo arbolado. El Capitán General de Canarias, Marqués de Branciforte, hizo una colecta entre la gente adinerada y mandó construir esta Alameda de la Marina, o del Muelle.
La Alameda fue sitio de caminatas, tertulias y conciertos. Tenía inmensas puertas de hierro forjado, bancos de descanso para el caminante, arcos y estatuas de mármol blanco y una elegante “fuente de los delfines”. Hoy se conserva parte de esta fuente, en la misma explanada de la Alameda.
El paseo de la Alameda sufrió modificaciones a lo largo de los años, comenzando por el derribo de su fachada original, en 1815. De las estatuas de mármol blanco que en su entrada representaban a la primavera y el verano, la primera se puede ver hoy en el patio central de la Escuela de Bellas Artes.
Con los siglos, la Alameda se llamó de diversas maneras: Alameda del Duque de Santa Elena, Alameda 14 de Abril, Alameda del Muelle, … Y pese a tanto nombre, hoy la gente suele llamarla simplemente “Los paragüitas”, por la cafetería que allí se instaló y se hizo popular en el siglo XX.
Palacio de Carta
Única casa que permanece casi igual desde el siglo XVIII, en esta plaza donde los siglos cambiaron casi todo. Hasta su nombre: Plaza del Castillo, de la Pila, de la Constitución, Real, de la República, y hoy Plaza de la Candelaria.
Para ubicarla, sitúate en la plaza, de espaldas al mar. A la derecha, frente a la fuente, hay una fachada de piedra, gris, con un reloj que se colocó un siglo después.
Esta hermosa vivienda posee una torre hecha en madera desde donde se divisaba la llegada de los barcos al puerto. Existía un acuerdo entre comerciantes de modo que el primero que llegaba a ver el barco, tenía preferencia en negociar con la mercancía.
Construido por D. Matías Rodríguez Carta, alcalde de Santa Cruz, este palacio fue terminado en 1752, encargándose de los trabajos finales su hijo D. Matías Bernardo. Además de vivienda familiar, años más tarde se usó como sede de la capitanía General, luego Gobierno Civil y más recientemente, hasta los años 90, sede de una entidad bancaria.
La Noria
La Calle de la Noria, con sus viejas casas y la Iglesia de la Concepción al fondo, es una de las imágenes más típicas en las postales santacruceras de todos las épocas. Ya en mapas muy antiguos figura su nombre con una ligera variante: calle de las Norias.
Para ubicarla, sitúate en la plaza, de espaldas al mar. A la derecha, frente a la fuente, hay una fachada de piedra, gris, con un reloj que se colocó un siglo después.
Esta hermosa vivienda posee una torre hecha en madera desde donde se divisaba la llegada de los barcos al puerto. Existía un acuerdo entre comerciantes de modo que el primero que llegaba a ver el barco, tenía preferencia en negociar con la mercancía.
Construido por D. Matías Rodríguez Carta, alcalde de Santa Cruz, este palacio fue terminado en 1752, encargándose de los trabajos finales su hijo D. Matías Bernardo. Además de vivienda familiar, años más tarde se usó como sede de la capitanía General, luego Gobierno Civil y más recientemente, hasta los años 90, sede de una entidad bancaria.
Cañón Tigre
Símbolo de la Gesta del 25 de Julio, pues según la tradición popular fue un disparo de este cañón el que hirió en el brazo al almirante Nelson, durante la defensa de la villa de Santa Cruz, ante el ataque inglés de 1797.
El cañón Tigre formaba parte de una abundante artillería de defensa de la ciudad, como lo prueba un informe de 1797. Allí se revela que Tigre era uno más de los 84 cañones y 7 morteros que enfrentaron a la escuadra inglesa.
Estas armas se designan por el peso de las balas, por lo que Tigre es un cañón “a 16 libras”. Es decir, que podía arrojar balas redondas, de hierro, de algo más de 7 kilos y hasta más de 3.000 metros. Eso sí, con no mucha puntería.
Un comisionado de Venezuela descubrió el cañón Tigre por sus inscripciones, en un lote de armas inservibles destinado a una batería de salvas de Las Palmas. Gracias a ese hecho, casi casual, hoy podemos verlo y en buen estado de conservación.
Plaza de la Candelaria
Surge en 1575 como un simple solar, al derribarse varias casas que rodeaban el castillo de San Cristóbal, hoy desaparecido y que precisamente da nombre a la céntrica Calle del Castillo. En el siglo XVIII se la llamaba Plaza de la Pila, por la pila donde recogía agua el vecindario.
Destaca un imponente monumento llamado Triunfo de la Candelaria, una escultura dedicada a la Virgen que, según la tradición popular, se apareció a los guanches. En la esquina sur de la Plaza (hoy Edificio Olimpo) se vivía un ambiente de comercio. Todavía no existía mercado público y por eso era frecuentada por vendedoras ambulantes que venían de sus huertas a ofrecer hortalizas y frutas.
Por esta plaza desfilaron las tropas inglesas de Nelson, el 25 de julio de 1797 -día en que concluyó la Gesta-, para embarcarse de regreso tras la paz convenida en la capitulación con los canarios. Los vecinos de la zona habían sido testigos de los enfrentamientos ocurridos en las calles esa misma noche, entre el día 24 y el 25, una noche oscura y violenta.
En el siglo XVIII la Plaza de la Pila mostraba un aspecto bien distinto a la actualidad. No estaba empedrada, su suelo era aún de tierra. Un vecino de la acera sur, el capitán Méndez Montañés, pagó personalmente la colocación de una cruz de mármol. Fue en 1759 y la cruz estuvo en la parte alta de esa plaza antes de ser trasladada. Hoy se la ve en la Plaza de la Iglesia, al lado de la Torre de la Concepción de Santa Cruz.
Barranco de Santos
Este típico barranco de Santa Cruz de Tenerife, es también uno de sus símbolos históricos. Fue en sus inmediaciones donde se fundó la ciudad y, tres siglos después, constituyó uno de los escenarios de la Gesta de Julio. Su nombre aborigen original era el Barranco de Aragúy también conocido como Barranco de Añago o Añazo.
En la desembocadura del barranco estaba la “Playa de la Carnicería”, lugar destinado a matar las reses, para el consumo de carne. Así fue tras la prohibición de hacerlo en huertas y patios, por el peligro de enfermedades. También allí se jareaba pescado.
Durante la invasión de Nelson, algunas embarcaciones inglesas llegaron a la playa de la Carnicería, llevadas por el fuerte oleaje. Por esta zona entraron algunas tropas, al mando de Hood y Miller. Era una noche oscura, y avanzaron por el barranco hasta ser bloqueados por los defensores de la ciudad.
Había épocas del año en las que corría abundante agua. Las lavanderas iban a este lugar a lavar la ropa, se reunían a trabajar y mientras la ropa se secaba al sol, extendida en las piedras, cantaban coplas y hablaban de sus cosas.
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